Durante la segunda mitad del siglo XIX, tiene lugar en Málaga todo un complejo proceso de recuperación y adaptación a las nuevas exigencias religiosas estéticas y sociales de la Semana Santa. El signo inequívoco más evidente de este fenómeno, será la creación de nuevas cofradías. La génesis y fundación definitiva de la Hermandad del Santo Sepulcro en el Santuario de la Victoria por destacados miembros de la burguesía local entre 1893 y 1894 (aprobación definitiva de sus estatutos) viene a constituir un auténtico hito en la configuración del procesionismo contemporáneo malagueño.
La nueva hermandad, recuperaba tras casi un siglo de ausencia en nuestras calles, la escenografía del entierro de Cristo. Desde 1898, con su primera salida procesional, ponía el severo broche de oro a nuestra Semana Mayor. La importancia simbólica de la recuperada advocación, junto a la decidida ayuda que a la nueva corporación cofrade prestaron significadas personalidades de la Málaga como D. José Álvarez Net o el Marqués de Larios, van a dar pronto grandes frutos.
El lujo, la espectacularidad y el buen gusto al que haría gala el Sepulcro desde finales del siglo XIX en la procesión, habría que unir importantes apoyos económicos y sociales. Tenemos constancia en este sentido, que a los gastos del primer desfile procesional contribuyeron generosamente los candidatos a Cortes por Málaga. También fue fluida, desde un primer momento, la relación con el Ayuntamiento.
En 1898, y a instancias de la Hermandad, acompañó a la procesión una comisión municipal encabezada por el Teniente de Alcalde del distrito de la Victoria. Al año siguiente (1899), y de conformidad con lo propuesto por los señores Díaz Bresca y Álvarez Net, acordó el Ayuntamiento asistir en corporación a la procesión que aquella va a celebrar la próxima Semana Santa, y autorizar a la Alcaldía para que con cargo al capítulo de Imprevistos, libere la suma que considere necesaria para contribuir a los gastos que origine dicha festividad religiosa.
Con el Alcalde D. Ramón M. Pérez de Torres, y con una subvención que rondaría las mil pesetas, se configura, al filo del nuevo siglo, los dos elementos substanciales de vinculación entre la Hermandad del Sepulcro y la Corporación Municipal; la presencia corporativa en la procesión y una subvención económica especial diferenciada.
Sin haber recibido nunca un nombramiento específico, la nueva Hermandad se convertirá, por uso y costumbre, en la Cofradía Oficial de la ciudad, se recuperaba así, una antigua tradición de presencia municipal en los desfiles peniten¬ciales de las cofradías del Santo Entierro.
También, y siguiendo una nueva modalidad de apoyo económico municipal a las Cofradías de Pasión surgida en el decenio de 1890 con pequeñas pero significativas subvenciones directas, la Hermandad del Sepulcro va a gozar también en este terreno y hasta hace pocos años, de un trato especialmente favorable.
Llegados a este punto, cabe preguntarse por las motivaciones profundas de tan singular relación entre la Hermandad del Sepulcro y la Corporación Municipal, sinceramente creemos que la favorable confluencia de la importancia de la advocación junto a la influencia social y política de sus principales mentores, darían lugar a ese singular papel relevante de la Real Hermandad del Santo Sepulcro en el concierto procesional malagueño contemporáneo.
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Establecidos los cauces de participación y apoyo municipal en la procesión el Santo Sepulcro, los años que transcurren entre 1900 y 1911 constituyen una etapa de afianzamiento de los mismos y de la propia Hermandad. En efecto, un año tras otro, durante la primera década del siglo XX, se reflejan puntualmente en las Actas Capitulares municipales, tanto en las solicitudes de subvenciones como en las invitaciones de la Hermandad del Santo Sepulcro el interés para la presencia municipal en la procesión. La acogida era siempre favorable, quedando la cuantía económica de la subvención a la discrecionalidad del alcalde de turno.
El periodo comprendido entre los años 1912-1915 supone una quiebra en las cordiales relaciones entre la Corporación Municipal y la Hermandad del Santo Sepulcro. La hegemonía de la llamada Conjunción Republicano-Socialista con mayoría de ediles en el Ayuntamiento malagueño en esos años, y la ideología claramente anticlerical y “anticofradiera” de los mismos, hicieron que las peticiones y las invitaciones de las hermandades malagueñas se recibieran en los plenos municipales con indiferencia, y en ocasiones, con evidente hostilidad. Agrios debates se entablaron en este periodo con el tema cofrade como fondo entre la mayoría republicano-socialista y la minoría monárquica. Todavía en abril de 1911, el Ayuntamiento malagueño asistió corporativamente a la procesión del Santo Sepulcro. Ante un ambiente decididamente hostil, las cofradías, y el Sepulcro no constituyó una excepción, dejaron de formular peticiones al Ayuntamiento y esperar tiempos mejores.
Pese a este contratiempo, la procesión del Sepulcro y de Nuestra Señora de la Soledad se configura en este periodo como una de las más brillantes, espectaculares, y al mismo tiempo solemnes, de la Semana Santa de Málaga. Así relataba la prensa del momento (1913) el cortejo procesional de la Cofradía Oficial de la ciudad: “Sección montada de la Benemérita, escuadrón de soldados romanos, compuesto por veinticuatro distinguidos jóvenes, cien nazarenos con túnicas de terciopelo negro, el Santo Sepulcro, cien nazarenos más, la Virgen de la Soledad, el palio, los alumnos del Seminario, las autoridades civiles y un piquete de honor.”
Falta el Ayuntamiento evidentemente, pero encontramos la abundante presencia del Ejército, de la Fuerza Pública (Guardia Civil), del clero y de las autoridades civiles. Cabe suponer que desde sus primeros desfiles procesionales el Sepulcro contó con representaciones de todos los poderes públicos y fuerzas socialmente relevantes de Málaga. Era por entonces y aún lo es en buena medida el cortejo fúnebre anual más destacado que atravesaba y atraviesa las calles de la ciudad y el broche de oro de la Semana Santa. Nadie que representara o represente aún hoy algún cargo en la Málaga oficial puede dejar de estar presente en tan señalado acto.
Las elecciones municipales de noviembre de 1915 devolvieron la mayoría en el Ayuntamiento de Málaga a los partidos monárquicos y confesionales. Las relaciones entre el Ayuntamiento y las Hermandades vuelven a estrecharse y a normalizarse a partir de la Semana Santa de 1916. En la Cuaresma, la Hermandad del Sepulcro volvió a solicitar una subvención para la procesión e invitó al Ayuntamiento a asistir a la misma. Ahora, los más destacados concejales monárquicos (Cárcer y Rein) se enfrentan con éxito a la residual minoría republicana que se opuso a estas demandas. Tras el breve paréntesis de los años 1912-1915 el Ayuntamiento malagueño vuelve a subvencionar a la cofradía oficial y a estar presente en cada cortejo.
En 1916 figurarán en la procesión las siguientes autoridades: el Ayuntamiento bajo mazas, el Señor Obispo, el Gobernador Civil, el Gobernador Militar y otras autoridades.
Además, desde mayo del año anterior, la Hermandad gozaba de la prerrogativa de utilizar el título de Real, especialmente concedido por Alfonso XIII, y por tanto, poder llevar en la procesión la representación del monarca.
Los años veinte, autentica edad de oro del “procesionismo” malagueño, lo será también para la Hermandad del Sepulcro y de la Soledad, que logra estrenar en 1927 el magnífico catafalco que aún procesiona con las lógicas modificaciones, y que gracias al original y estudiado diseño de Moreno Carbonero y a la depurada técnica de los Talleres Granda, crean una nueva estética, original y particularmente solemne de Jesús en su sepultura.
Hasta 1931, la Hermandad del Sepulcro, cofundadora de la Agrupación de Cofradías, va a continuar recibiendo un trato especial del Ayuntamiento. Si bien económicamente la subvención municipal ya no es específica y se encauza ahora dentro de la que va a recibir globalmente la Agrupación, la presencia del Ayuntamiento bajo mazas continúa proporcionando un rango y una espectacularidad especial al cortejo procesional. Otras cofradías punteras del momento, aquellas que durante este periodo consiguen la presencia de representación real en la procesión(Nazareno del Paso, Sangre, Mena y Sagrada Cena)van a solicitar de las sucesivas corporaciones municipales un tratamiento protocolario similar al dispensado a la cofradía oficial. La presencia en las procesiones del pendón bajo mazas, los ediles, el cuerpo de Bomberos, la Banda Municipal de Música, así como la Policial local a caballo, eran sin lugar a dudas elementos que contribuían decisivamente a proporcionar un mayor lujo y espectacularidad a los cortejos procesionales que se definían con dos adjetivos muy del momento: esplendor y suntuosidad.
Tras el trágico y traumático paréntesis que para el procesionismo malagueño supusieron los años de la II República y de la Guerra Civil a excepción y con muchas limitaciones de 1935, las cofradías malagueñas reinician su andadura tras la conquista nacionalista de Málaga.
Por tener su sede canónica por entonces en el Santuario de la Victoria, el patrimonio procesional de la Hermandad del Sepulcro sufrió menores pérdidas que el de otras cofradías, salvándose íntegramente de los incendios y saqueos de Mayo de 1931, y perdiendo sus imágenes titulares y la parte superior del catafalco del Cristo en 1936.
Si en 1937 fue la Virgen de Servitas, la que congregó el Viernes Santo a todos los devotos de la ciudad en una penitencia pública desprovista de todo elemento superfluo, en 1938, conseguida una nueva imagen titular, se unirá a la Dolorosa de F. Ortiz por orden del Obispo D. Balbino Santos el nuevo Cristo del Santo Sepulcro, obra de Nicolás Prados López sobre un trono provisional, en forma de catafalco, obra de Francisco Palma García. La organización de esta procesión no estuvo exenta de cierta polémica por la oposición de algunos hermanos del Sepulcro. Pese a lo atípico del desfile penitencial de aquel año, de nuevo volvió a figurar Junto a Cristo muerto el Ayuntamiento bajo mazas y todas las autoridades civiles, militares y religiosas de la ciudad.
Desde 1939, la procesión del Santo Sepulcro recuperó su configuración tradicional con la presencia de un numerosísimo cortejo de autoridades y representaciones religiosas, civiles y militares, naturalmente teñidas del color político y de los uniformes y símbolos de los vencedores en la Guerra Civil. El Ayuntamiento por su parte, reanudará su presencia protocolaria en la procesión con un numeroso grupo de concejales presididos por el alcalde del momento, vestidos de etiqueta, seguidos por el pendón de la ciudad, todo ello bajo mazas. También será habitual la presencia de la Policía Municipal a caballo del piquete y escuadra del Cuerpo de Bomberos y de la Banda Municipal. Los ayuntamientos franquistas prestarán a la Hermandad del Sepulcro un apoyo económico decidido fijándose una subvención especial independiente de la global destinada a la Agrupación de Cofradías, especialmente potenciada por el alcalde D. Rafael Betés Ladrón de Guevara (1964-1966), que alcanzaría la importante cifra de 25.000 Pts a mediados de los años sesenta.
Desde 1943 en que la Armada Española es nombrada Hermano Mayor Honorario, una amplia representación de la misma aparece en la procesión, encabezada normalmente por el Comandante Militar de Marina de Málaga que durante décadas ostentará la representación del Ministro de Marina y por los jefes y oficiales de guarnición en la ciudad y de los barcos que están, cada Viernes Santo, fondeados en el puerto.
Los años setenta suponen un periodo de profundos cambios en todos los aspectos de la vida española a los que las cofradías y desde luego la Hermandad del Sepulcro no permanece al margen. La estructura protocolaria de la procesión, que no dudamos en calificar de decimonónica se resiente y al final se actualiza.
Marca un hito en las transformaciones del cortejo procesional del Sepulcro, la llegada a Málaga como prelado de D. Ramón Buxarrais Ventura (1973-1991). Imbuido de un talante profundamente conciliar y anticonvencional, el nuevo obispo se planteó a la luz de la nueva orientación litúrgica de la Semana Santa, que resaltaba especialmente el momento de la Resurrección su presencia en la procesión del Sepulcro. Desde 1974 el obispo reforzará pastoralmente con su presencia el paso por las calles de Málaga del Santo Cristo Resucitado y dejará de acompañar al Santo Sepulcro.
La tradicional representación Real en la Hermandad, fue asumida por razones obvias durante el régimen anterior por la figura del entonces Jefe del Estado. Este, delegaba siempre, en los sucesivos gobernadores civiles o superior autoridad que exista en la ciudad. También este elemento protocolario sufrirá profundos cambios desde 1976.
Nombrado el padre del actual monarca y siendo Príncipe, Hermano Mayor Honorario de la Hermandad del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad en 1964, desde su subida al trono, va a estar representado siempre en el cortejo por lo sucesivos gobernadores militares de la plaza, situación que continúa en la actualidad. Por su parte, las relaciones con el Ayuntamiento sufren profundos cambios con la transición política.
Tras las primeras elecciones municipales libres y democráticas en Abril de 1979, alcanzaron en Málaga una holgada mayoría los partidos de izquierda, ocupando el PSOE un papel hegemónico. Desde entonces, primero en coalición y más tarde en solitario, se encuentra al frente de los destinos de la ciudad el médico D. Pedro Aparicio Sánchez.