Historia

En 1604 se funda el Convento de las Recoletas Bernardas de Santa Ana, aunque no fue hasta 1617 cuando se trasladan a la Iglesia del Císter. Aquí levantaron su edificio conventual y la iglesia en 1679, gracias al mecenazgo de Luis de Valdés.
La desamortización de Mendizábal en 1836 propició que las monjas perdieran todas sus fincas urbanas y rurales, y se iniciaron los trámites para su derribo, el cual se produciría en 1873.
A pesar de ello, las religiosas mantuvieron su clausura en una casa particular hasta que, tras la restauración borbónica, pudieron regresar gracias a D. Antonio Campos, que había adquirido el solar y les cedió un espacio en la parte central, de menor valor, para un nuevo convento.
Tras la marcha de las religiosas, la Iglesia del Císter ha estado cerrada durante muchos años, y no fue hasta el 25 de Enero de 2014, cuando los titulares de la Hermandad del Sepulcro fueron trasladados y situados en el Altar Mayor, donde se encuentran en la actualidad.

Pedro de Mena
El Cister tiene una especial vinculación con el escultor Pedro de Mena y Medrano, no sólo porque tenía su taller en la misma calle, si no por el ingreso de dos de sus hijas en este convento.
Por tanto, no es de extrañar que eligiese esta iglesia conventual como lugar de enterramiento, pidiendo expresamente que su sepultura se hallase en la entrada.
Tras la demolición de la Iglesia, la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo trasladó sus restos a la Iglesia del Santo Cristo de la Salud, donde permanecieron más de 120 años hasta que, en 1996, regresaron definitivamente a la Abadía de Santa Ana.