Postguerra
Tras el trágico y traumático paréntesis que para el procesionismo malagueño supusieron los años de la II República y de la Guerra Civil a excepción y con muchas limitaciones de 1935, las cofradías malagueñas reinician su andadura tras la conquista nacionalista de Málaga.
Por tener su sede canónica por entonces en el Santuario de la Victoria, el patrimonio procesional de la Hermandad del Sepulcro sufrió menores pérdidas que el de otras cofradías, salvándose íntegramente de los incendios y saqueos de Mayo de 1931, y perdiendo sus imágenes titulares y la parte superior del catafalco del Cristo en 1936.
Si en 1937 fue la Virgen de Servitas, la que congregó el Viernes Santo a todos los devotos de la ciudad en una penitencia pública desprovista de todo elemento superfluo, en 1938, conseguida una nueva imagen titular, se unirá a la Dolorosa de F. Ortiz por orden del Obispo D. Balbino Santos el nuevo Cristo del Santo Sepulcro, obra de Nicolás Prados López sobre un trono provisional, en forma de catafalco, obra de Francisco Palma García. La organización de esta procesión no estuvo exenta de cierta polémica por la oposición de algunos hermanos del Sepulcro. Pese a lo atípico del desfile penitencial de aquel año, de nuevo volvió a figurar Junto a Cristo muerto el Ayuntamiento bajo mazas y todas las autoridades civiles, militares y religiosas de la ciudad.
Desde 1939, la procesión del Santo Sepulcro recuperó su configuración tradicional con la presencia de un numerosísimo cortejo de autoridades y representaciones religiosas, civiles y militares, naturalmente teñidas del color político y de los uniformes y símbolos de los vencedores en la Guerra Civil. El Ayuntamiento por su parte, reanudará su presencia protocolaria en la procesión con un numeroso grupo de concejales presididos por el alcalde del momento, vestidos de etiqueta, seguidos por el pendón de la ciudad, todo ello bajo mazas. También será habitual la presencia de la Policía Municipal a caballo del piquete y escuadra del Cuerpo de Bomberos y de la Banda Municipal. Los ayuntamientos franquistas prestarán a la Hermandad del Sepulcro un apoyo económico decidido fijándose una subvención especial independiente de la global destinada a la Agrupación de Cofradías, especialmente potenciada por el alcalde D. Rafael Betés Ladrón de Guevara (1964-1966), que alcanzaría la importante cifra de 25.000 Pts a mediados de los años sesenta.
Desde 1943 en que la Armada Española es nombrada Hermano Mayor Honorario, una amplia representación de la misma aparece en la procesión, encabezada normalmente por el Comandante Militar de Marina de Málaga que durante décadas ostentará la representación del Ministro de Marina y por los jefes y oficiales de guarnición en la ciudad y de los barcos que están, cada Viernes Santo, fondeados en el puerto.
Los años setenta suponen un periodo de profundos cambios en todos los aspectos de la vida española a los que las cofradías y desde luego la Hermandad del Sepulcro no permanece al margen. La estructura protocolaria de la procesión, que no dudamos en calificar de decimonónica se resiente y al final se actualiza.